El abanico plegable fue inventado por un chino en el siglo VII inspirándose en el mecanismo del ala de un murciélago.
En Europa se conoce desde finales del siglo XV a donde fue traído desde China y Japón por los portugueses que habían abierto rutas comerciales hacia Oriente. No debió ser difícil de copiar pues enseguida se popularizó extendiéndose por toda Europa, en un primer momento para damas de clase alta y luego para todas las capas de la sociedad.
En el siglo XVII llegó a tener la forma que tiene ahora, desplegándose en él y durante los últimos siglos los caprichos de la moda y la inventiva de los miniaturistas introduciendo calados, relieves, incrustaciones y materiales preciosos.
En el siglo XVIII se instaló en España el artesano francés Eugenio Prost bajo la protección del conde de Florida blanca convirtiendo a España en uno de los principales productores del mundo rivalizando con franceses e italianos. En ese mismo siglo se crea el Gremio de Abaniqueros y a principios del siglo XIX se funda la Real Fábrica de Abanicos.
En un principio, el abanico fue de uso tanto del género femenino como masculino, llevando los hombres pequeños ejemplares en el bolsillo. Sin embargo, su utilización se vuelve exclusiva de las damas a principios del siglo XX llegando hasta nuestros días. Al parecer estas llegaron a ser tan diestras en el uso de este artefacto que llegaron a inventar todo un "lenguaje del abanico" consistente en que según la posición en la que se situaba o el modo en como se le agarraba se estaba transmitiendo un tipo de mensaje u otro.
En Europa se conoce desde finales del siglo XV a donde fue traído desde China y Japón por los portugueses que habían abierto rutas comerciales hacia Oriente. No debió ser difícil de copiar pues enseguida se popularizó extendiéndose por toda Europa, en un primer momento para damas de clase alta y luego para todas las capas de la sociedad.
En el siglo XVII llegó a tener la forma que tiene ahora, desplegándose en él y durante los últimos siglos los caprichos de la moda y la inventiva de los miniaturistas introduciendo calados, relieves, incrustaciones y materiales preciosos.
En el siglo XVIII se instaló en España el artesano francés Eugenio Prost bajo la protección del conde de Florida blanca convirtiendo a España en uno de los principales productores del mundo rivalizando con franceses e italianos. En ese mismo siglo se crea el Gremio de Abaniqueros y a principios del siglo XIX se funda la Real Fábrica de Abanicos.
En un principio, el abanico fue de uso tanto del género femenino como masculino, llevando los hombres pequeños ejemplares en el bolsillo. Sin embargo, su utilización se vuelve exclusiva de las damas a principios del siglo XX llegando hasta nuestros días. Al parecer estas llegaron a ser tan diestras en el uso de este artefacto que llegaron a inventar todo un "lenguaje del abanico" consistente en que según la posición en la que se situaba o el modo en como se le agarraba se estaba transmitiendo un tipo de mensaje u otro.
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